Radio y Televisión (ICRT, 2020) reconoce, con una finalidad prescriptiva y clasificatoria, cuatro formas: 
programas  escenificados,  musicales,  variados  e  informativos.  En  estos  últimos  se  incluyen:  el  radio 
periódico,  el  noticiero,  el  boletín,  el  resumen  informativo,  el  programa  de  un  género  específico,  la 
información o noticia, la crónica, el comentario, el comentario editorial, la entrevista, el reportaje y el 
documental. 
 
También se subdividen los programas de panel, entre los que se encuentran la comparecencia, los 
programas para el debate y la Mesa Redonda, así como los programas de propaganda. Tanto la radio revista 
de perfil informativo como los programas de facilitación social son incluidos en los variados, por la fusión 
de  características  provenientes  de  diversas  formas.  No  obstante,  se  identifica  su  base  eminentemente 
informativa. 
 
Cuando se  hace referencia al diseño  de  una programación informativa, a  pesar  de los rasgos 
generales impuestos por los géneros y políticas nacionales, debe particularizarse en la política informativa 
de cada emisora, la cual se define a partir de la misión general de su proyecto. Este debe caracterizarse por 
una producción propia, basada en la credibilidad, la empatía, la inmediatez, el pluralismo de opiniones y el 
posicionamiento ante los eventos. 
 
Especial énfasis pone López Vigil (2000) en el perfil sonoro, pues lo considera como el sello 
distintivo del programa y requiere de la originalidad y personalización, algo imprescindible dentro de este 
tipo de discurso radiofónico. Por su capacidad de comunicar y transmitir, la música es imprescindible para 
la ambientación sonora radial. La experiencia auditiva cambia en dependencia tanto de los estímulos como 
de las respuestas a diferentes condiciones externas, ya que está definida por las vivencias y recuerdos 
musicales de cada individuo (Rowell, 1999). 
 
La música en la programación informativa, al decir de M. Kaplún (2005) sugestiona al oyente y lo 
prepara, desde la propia información que transmite, para el mensaje. La responsabilidad de su selección, al 
igual que la de las inserciones musicales, recae sobre el director del programa. El trabajo técnico ha de ser 
guiado en ese sentido. La función con la que se utilice, dependerá del contexto y particularmente, del tipo 
de programación (Román, 2008 y Payri, 2011). 
 
El modelo más integral y aplicado sobre las funciones de la música en los informativos radiales, 
al cual se adscribe el presente trabajo, lo ofrece M. Kaplún (2005), quien menciona: la función gramatical, 
que separa secciones o bloques de texto; la función expresiva, la cual separa escenas o pasajes mediante la 
creación de atmósferas y climas emocionales; la función descriptiva, que no solo expresa estados de ánimo, 
sino que contextualiza el texto a través de temas típicos regionales o epocales; la función reflexiva, en la 
cual  las  pausas  musicales  se  introducen  como  signos  de  puntuación  y,  a  la  vez,  como  comentarios 
emocionales y la función ambiental, empleada para identificar el fragmento musical con la escena real, lo 
cual contribuye a recrear la atmósfera deseada. 
 
Luego de establecidas las funciones, tanto el periodista como el director del programa informativo 
deben escoger la forma adecuada para cada momento del género o formato informativo seleccionado. Estas, 
según M. Fabelo (2015), son: la identificación del espacio y su cierre con su tema o temas musical(es) 
habitual(es); la introducción musical que anuncia un determinado contenido; el puente musical o cortina, 
empleado para las transiciones; la ráfaga, que tiene el mismo fin pero es mucho más breve; y los temas de 
fondo, los cuales acompañan al locutor. 
 
A pesar de que existe un consenso en el empleo de las funciones musicales más comunes, su uso 
en los espacios informativos resulta un tema polémico. Algunos especialistas se inclinan por utilizar solo 
fragmentos ya que consideran que la música en exceso puede desvirtuar la atención del radioescucha; sin 
embargo, otros expertos resultan más reflexivos con el recurso, sobre todo en aquellos espacios de amplia 
duración,  ya  que  la  ausencia  o  brevedad  de  este  componente  los  hace  extremadamente  monótonos, 
independientemente de la calidad del contenido noticioso. Específicamente, el uso de la música en los 
reportajes radiales resulta muy variado, pues no solo se emplean cortinillas musicales o fragmentos de 
canciones, sino  que  se utilizan también breves cortes  instrumentales que  funcionan  como efectos que 
separan o enfatizan una escena o idea.